
Si los adultos fuéramos más conscientes de que depende
de nuestro buen hacer y de la satisfacción de las necesidades de niños y
adolescentes, seguro que tendríamos jóvenes mejor preparados para enfrentarse a
los envites de la vida y con menor sufrimiento.
Los niños, al igual que los
adultos, tienen una serie de necesidades que precisan ser cubiertas. Comer,
descansar, saber sus límites y sentirse protegidos, son algunos ejemplos de las
necesidades que tienen nuestros hijos. La diferencia entre niños y adultos a la
hora de satisfacer sus necesidades es que los segundos tienen herramientas para
cubrir sus propias necesidades, mientras que los primeros carecen de dichas
herramientas, motivo por el cual, precisan de un adulto que las cubra por
ellos. Las investigaciones que han estudiado la autoestima han llegado a la
conclusión que la autoestima es una de las variables que mejor predice la
calidad de vida futura de nuestros hijos.

Todos los padres y maestros quieren que sus hijos y alumnos tengan una buena autoestima. Aun así, es importante saber, que tener una buena autoestima no es algo que dependa del menor, sino de los adultos significativos que le acompañan en su día a día. Parece que el prefijo “auto” de la palabra autoestima indica que es algo que depende del niño, y lo cierto es que escapa a su control.

Las consecuencias de una buena
autoestima van a repercutir en todos los ámbitos de la persona: familiar,
académico, social, emocional, personal, etc. Los jóvenes con una autoestima
óptima son conscientes de sus fortalezas y limitaciones, afrontan los retos con
confianza y cierta seguridad, aceptan mejor los golpes de la vida, entienden el
error y las caídas como una oportunidad de aprendizaje, se sienten más seguros,
trabajan mejor en equipo y, en definitiva, están más equilibrados psíquicamente
y son más felices. En cambio, las personas con una
autoestima baja sufren mucho en los diferentes ámbitos. Tienden a aislarse,
son más frecuentemente criticados, se muestran más sensibles, se creen el
mensaje que tienen grabado a fuego de “no soy capaz” y la probabilidad de que
busquen soluciones externas a la problemática interna es mayor. Así, por
ejemplo, las personas con una baja autoestima, al sentirse vacías, tienen mayor
probabilidad de desarrollar adicciones al alcohol, drogas, móviles,
videojuegos, redes sociales, etc.

El objetivo es que nuestros
hijos tengan una autoestima óptima o suficientemente buena
que les permita confiar en sus habilidades, destrezas y virtudes, pero que, a
la vez, sean conscientes de sus limitaciones y puntos débiles.
9 Consejos que pueden ayudar a potenciar la autoestima en
niños y adolescentes
1. Empodera
a tu hijo
Confía en sus posibilidades y hazle sentir que cuentas con él. Hacerle ver
que forma parte de la familia es fundamental para desarrollar una
autoestima sana.
2. Cuidado
con la sobreprotección
En ocasiones, los padres, con muy buenas
intenciones, le hacen todo al niño porque creen que no serán capaces de
hacerlo o que tardarán mucho en llevarlo a cabo. Sabemos que la educación
requiere tiempo y paciencia. No te dejes contagiar por las prisas y deja
que tu hijo lo intente. Si les hacemos todo a nuestros hijos acabarán
creyendo que no son capaces y levantar esa losa no será nada sencillo.
3. Seguridad
Para que nuestro hijo tenga
una autoestima óptima es necesario que se sienta seguro, pero solo nos
sentimos seguros si hemos sido niños protegidos. Recuerda que el requisito
de una buena autoestima son los buenos tratos en la infancia.
4.Mamá,
mira lo que hago
Nuestros hijos constantemente están llamando nuestra atención para que
observemos lo que hacen o lo que han logrado. Es una gran oportunidad para
que les veas a ellos y su proeza.
5.Fomenta
su autonomía
Permite que tu hijo lo intente, siempre y cuando no haya ningún peligro
para él ni para su entorno. Alentar su curiosidad, emprendimiento y
capacidad de investigación es muy sano para su autoestima y para que
sientan que son capaces de hacer las cosas por sí mismos con un mínimo de
esfuerzo y sacrificio.
6. El
poder del todavía
A veces nuestros hijos quieren hacer algo, pero
no tiene la suficiente fuerza o capacidad para hacerlo. Cuando el menor se
da cuenta de que fracasa y te dice “mamá, no puedo” que no se te olvide
añadir “todavía”. Seguro que más adelante, con tiempo y sacrificio, lo
conseguirá. Mostrar nuestra confianza en sus capacidades y esfuerzo es muy
positivo para su autoestima.
7. La
importancia de las explicaciones
Es habitual que los niños piensen que son los
culpables de algo negativo que ha ocurrido dado el pensamiento egocéntrico
que les caracteriza. Por ello, es fundamental que se les explique lo que
ha ocurrido para evitar que piensen que son malos, despistados, tontos o
que sus padres están enfadados por su culpa.
8. Es muy positivo que tu hijo dude y
sienta miedo
Los niños
y los adolescentes con autoestima óptima no son aquellos que hacen todo bien ni
confían en ellos en todos los contextos, sino que son conscientes de sus
limitaciones y saben sacar partido de sus fortalezas.
9. Somos modelos El hecho de que el adulto esté en
un pedestal no es positivo para el menor. Es importante que las figuras
significativas nos mostremos cercanas, comprensivas y mostremos nuestros
errores y limitaciones a nuestros hijos.
Fuente:
El País. Autor: Rafael Guerrero. Psicólogo y doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos.
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